jueves, 9 de septiembre de 2010

CAPITULO I: MEDICINA Y VISIÓN DEFECTUOSA

Antes de comenzar, puntualizo, que este es el primer capitulo de el libro “EL ARTE DE VER”  de Aldous Huxley.

Considero este libro, pieza clave para la curación de la miopía y astigmatismo de forma natural y como todo buen fisioterapeuta con EJERCICIOS Y MOVIMIENTO, logrando así la recuperación total o parcial (dependiendo del el grado de afectación) de la vista reduciendo significativamente la graduación de los anteojos o lentes. 

Medicus curat, natura sanat (el médico cura, la naturaleza sana). Este antiguo aforismo abarca el objeto y propósito de la medicina: proporcionar al organismo enfermo las mejores condiciones internas y externas para que ejerza su propia capacidad autorreguladora y reparadora. Si no existiera vis medicatríx naturae, si no hubieran
fuerzas naturales para la curación, la medicina sería inútil, y cualquier pequeña alteración llevaría a la muerte o surgiría alguna enfermedad crónica.
Si las condiciones son favorables, el organismo enfermo puede sanar gracias a su propia capacidad de autocuración. Si no se restablece, significa que el caso es desesperado o que las condiciones no son favorables, es decir: que con el tratamiento médico aplicado no se logra lo que se lograría con un tratamiento natural adecuado.


Tratamiento corriente de la visión defectuosa
Apoyándonos en estos principios generales, abordaremos el tratamiento médico corriente para los defectos de la vision. En la mayoría de los casos, el único tratamiento consiste en darle al enfermo unos lentes para corregir el vicio de la refracción, que se cree responsable del defecto. Medicus curat, y en buena parte de los casos, el enfermo obtiene una inmediata mejoría de su visión. Pero, ¿qué ocurrió con la Naturaleza y sus procesos curativos? ¿Los
lentes desaparecen los motivos de la visión defectuosa? ¿Recuperan los órganos de la visión el funcionamiento normal como resultado del tratamiento con lentes artificiales? La respuesta a estas preguntas es negativa.

Los lentes sólo neutralizan los síntomas, pero no desaparecen las causas de la visión defectuosa. En vez de mejorar, los ojos provistos de estos recursos se vuelven cada 'vez más débiles. Por lo mismo, se necesitan lentes cada vez más fuertes para la corrección de los síntomas. En una palabra, Medicus curat, natura NON sanat. De esto podemos obtener dos posibilidades: a) los defectos de los órganos de la visión son tan incurables, que sólo pueden ser curados por medios mecánicos, o b) hay algo radicalmente erróneo en los métodos ordinarios de tratamiento. Los ortodoxos aceptan la primera y más pesimista de las alternativas, insistiendo en que la mejoría mecánica de los síntomas es el único tratamiento al que responden los órganos defectuosos de la visión (dejo a un lado los casos de enfermedades de los ojos más o menos agudas que son tratados por la cirugía, limitándome a los defectos visuales más comunes que suelen tratarse por medio de lentes) ¿Curación o alivio de los síntomas?


Si la opinión ortodoxa está en lo cierto —los órganos de la visión no son capaces de curarse por sí mismos, y si sus defectos sólo pueden ser curados por recursos mecánicos—, los ojos deben ser totalmente diferentes a las otras partes del cuerpo humano. En algunas condiciones favorables, los demás órganos tienden a liberarse por sí mismos de sus defectos, pero los ojos no; cuando surgen síntomas de debilidad, según los ortodoxos, sería inútil
hacer un esfuerzo serio para eliminar las causas de estos síntomas; intentar descubrir un tratamiento que ayude a la naturaleza a cumplir su normal tarea de lograr la curación, seria perder el tiempo. Los ojos enfermos son, ex hypothesi, prácticamente incurables; carecen de la vis medicatrix naturae. Lo único que la oftalmología puede hacer en favor de ellos, es ofrecerles medios mecánicos para curar sus síntomas. Sólo justifican esta extraña teoría aquellos que se han dedicado exclusivamente a estudiar las condiciones externas de la visión.

Tratemos algunas importantes observaciones tomadas del libro “Seeing and Human Welfare”, escrito por el doctor Matthew Luckiesh, Director de la General Electric Company’s Lighting Research Laboratory. Los lentes (“útiles muletas”, como el doctor
Luckiesh los llama) combaten los defectos de la herencia, de la edad y del abuso, pero no las causas. Pensemos por un momento que los ojos lisiados fueran piernas lisiadas. ¡Qué triste desfile veríamos en cualquier calle concurrida! Casi todas las personas irían cojeando, muchas usarían muletas, y otras se trasladarían en sillas de ruedas. ¿Cuántos de estos defectos en los ojos se deben a las precarias condiciones para ver, es decir, a la
indiferencia para la visión? No hay estadísticas a la mano, pero un conocimiento de la visión y cíe sus requisitos indica que la mayoría de estos procesos se pueden evitar, y muchos de los restantes pueden ser aliviados o detenidos en su evolución en condiciones adecuadas. En otra parte de su obra afirma: “hasta los efectos de refracción y otras anormalidades en los ojos provocadas por abusos, no son siempre permanentes. Cuando nos enfermamos, la naturaleza desempeña su papel, si nosotros hacemos lo que se debe.

Los OJOS pueden recuperarse, al menos en cierto grado. Disminuir el abuso, mejorando las condiciones de la visión es siempre útil, y conocemos muchos casos en que, gracias a este procedimiento se obtuvieron notables mejorías. Así pues, si el abuso no es corregido a tiempo, el proceso empeorará progresivamente”. He aquí palabras alentadoras que nos permiten albergar la esperanza de que puede haber un tratamiento nuevo y puramente etiológico de los defectos visuales que ocupe el lugar del tratamiento puramente sintomático que actualmente se practica. Sin embargo, esta promesa sólo se cumple
a medias. “La mala iluminación —dice el doctor Luckiesh—, es el motivo más importante del esfuerzo ocular, que muchas veces lleva a defectos y trastornos progresivos”. Todo su libro se dedica a la explicación de este tema.


Añadiré que, dentro de sus limitaciones, es un muy buen libro. Para el que cuenta con una visión defectuosa, la importancia de una buena iluminación es enorme. Y debemos agradecer al doctor Luckiesh por su estudio científico sobre el significado de las palabras “buena iluminación” proporcionando entidades mensurables, como son los “pie
bujías”. Pero los “pie bujías” no son suficientes. Para tratar otros órganos, los médicos no se limitan a mejorar las condiciones externas del funcionamiento; buscan mejorar las condiciones internas, para poder actuar directamente no sólo sobre el elemento fisiológico del órgano enfermo, sino también sobre el medio físico fuera del cuerpo. Cuando las piernas están lisiadas, los médicos se niegan a que sus pacientes lleven muletas. Tampoco
creen que poner reglas para prevenir los accidentes, constituya un tratamiento suficiente para los que están tullidos.
Por el contrario, creen que usar muletas constituye un proceso paliativo y temporal, y mientras ayudan al paciente en las condiciones externas, hacen lo posible para mejorar las condiciones internas de la parte afectada, de modo de ayudar a la naturaleza en su obra de reparación. Algunas de estas medidas, como el descanso, el masaje, la aplicación de luz y calor, se olvidan de la mente del enfermo, y se encaminan directamente a los órganos afectados; su objetivo es mantenerlos relajados, aumentar la circulación y conservar la movilidad. Otras medidas son didácticas y exigen del paciente una coordinación de mente y cuerpo. Recurriendo al factor psicológico, se obtienen muchas veces resultados notables.

Un buen maestro, empleando la técnica correcta, puede muchas veces educar a
la víctima de un accidente o de una parálisis para que, poco a poco, recupere sus funciones perdidas y, con el restablecimiento de la función, alcance el mejoramiento de su salud y la integridad del órgano defectuoso. Si esto puede hacerse con las piernas lisiadas, ¿no podría hacerse también algo similar con los ojos defectuosos? A esta pregunta, la teoría ortodoxa contesta que no, pues considera como un dogma el que los ojos enfermos son incurables y no pueden, a pesar de su íntima y particular relación con la psique, ser reeducados y normalizados por un proceso de coordinación somática-mental, La posición ortodoxa es tan poco lógica y tan lejana de la realidad, que nos maravillamos de que se la haya aceptado de un-modo tan total y sin discusión. De cualquier manera, la fuerza
del hábito y de la autoridad es tanta que todos la hemos admitido como correcta. En la actualidad, sólo la rechazan aquellos que tienen razones personales para saber que es falsa. Yo soy-uno de ellos. Afortunadamente, por mi experiencia personal, pude descubrir que los ojos no carecen de vis medicatrix naturae, que mitigar los síntomas no es el único camino para mejorar la visión defectuosa, que la visión puede ser reeducada y normalizada
gracias a una adecuada coordinación psicosomática y, finalmente, que al mejorar el funcionamiento se mejora también el estado general del órgano dañado. Mi experiencia personal ha sido confirmada por la observación de muchos otros casos que han recurrido al mismo tratamiento de educación visual. De esta manera, no nos es posible aceptar la teoría ortodoxa ordinaria con sus pesimistas resultados prácticos.

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