lunes, 27 de septiembre de 2010

CAPÍTULO V: CAUSAS DEL MAL FUNCIONAMIENTO VISUAL ENFERMEDADES Y EMOCIONES

En el capítulo anterior, resaltamos que el mal funcionamiento visual tiene su origen, en primer lugar, en enfermedades que tienen su centro en los ojos o en otra parte del cuerpo; y en segundo lugar, en alteraciones psicológicas relacionadas con emociones desagradables, como el temor, la angustia, el pesar, el dolor, etc. Sobra decir que en estos casos, el establecimiento del funcionamiento correcto, depende de la eliminación de las causas psicológicas y fisiológicas de la disfunción. Pero también, pueden lograrse notables mejorías con el aprendizaje y práctica del "Arte de ver".
Se puede considerar como un axioma fisiológico general que la mejoría en el funcionamiento de una parte del cuerpo, . tiende a continuarse en una mejoría orgánica dentro de esa parte. En el caso de enfermedades que tienen su lugar en el ojo mismo, los hábitos erróneos son, con bastante frecuencia, un factor causal o predisponente.
Así pues, el adquirir nuevos y correcto hábitos de visión lleva muchas veces a una rápida mejoría en el estado orgánico de los ojos enfermos. Inclusive en aquellos casos en que la alteración ocular es sólo el síntoma de una enfermedad que tiene su origen en otra parte del cuerpo, la práctica de hábitos adecuados llevará a alguna mejoría en el estado orgánico del ojo alterado.
Algo así pasa con las alteraciones psicológicas. El perfecto funcionamiento no llegará nunca mientras exista el estado de emoción negativa que produce la disfunción. De cualquier forma, la práctica consecuente del "Arte de Ver" puede mejorar notablemente el funcionamiento, aún cuando persista el estado psicológico desagradable. Sin el aprendizaje de este arte, será muy difícil, aunque desaparezcan las causas perturbadoras, acabar los hábitos erróneos contraídos cuando existían estas causas. Por otra parte, la mejoría de la función visual puede ser un factor favorable en el estado mental perturbado. Muchos tipos de funcionamiento incorrectos producen una marcada excitación nerviosa (en el caso de los individuos con hipermetropía, por ejemplo, sobre todo cuando hay
una tendencia al estrabismo divergente, la tensión nerviosa no es muy clara, y el enfermo puede encontrarse en un estado de intranquilidad y excitación cercano a la locura). Este estado nervioso, es un agravante más en esa realidad psicológica perturbadora. La intensificación de la perturbación acrecienta el problema ocular que, a su vez, aumenta la tensión nerviosa, y ésta, agrava nuevamente el estado perturbador, entrando en un círculo vicioso. No obstante, y afortunadamente, existen también círculos virtuosos. La mejoría del funcionamiento cura la tensión relacionada con la disfunción, y este alivio actúa favorablemente sobre el estado general. Eliminar la tensión no borrará, lógicamente, las circunstancias perturbadoras, pero ayudará a hacerlas más soportables y menos peligrosas en sus consecuencias sobre la función visual.
Queda pues clara la enseñanza. Cuando hay motivos para pensar que el mal funcionamiento visual nace completamente o en parte en una enfermedad o una emoción perturbadora, debemos actuar para eliminar esas causas. Claro, mientras aprendamos el "Arte de Ver".

Causas del mal funcionamiento visual: tedio
Hay otro obstáculo para la buena visión: el tedio, que reduce la vitalidad general psicosomática, incluyendo la de los órganos de la vista. Veamos algunos párrafos relacionados con este tema del trabajo de Joseph E. Barmack titulado "Boredom and Other Factors in the Physiology of Mental Effort" (Nueva York, 1937), publicado en los "Archivos de Psicología".
"Los síntomas del tedio frecuentemente llevan a una creciente presencia de estímulos negativos como son los dolores, las fatigas oculares, el hambre." El aumento del esfuerzo ocular nos lleva a un mayor esfuerzo para ver, y esto, asociado con el mayor esfuerzo para prestar atención a pesar del aburrimiento, da lugar (de un modo que será explicado luego) a un descenso en la visión y a una mayor sensación de esfuerzo ocular. Por lo que toca al efecto del estado mental sobre el estado somático, Barmack escribe lo siguiente: "Al producirse el tedio, la situación es desagradable, pues la respuesta se da con ajustes fisiológicos incorrectos, causados a su vez, por un estímulo insuficiente".
Lo contrario también es correcto. Las reglas fisiológicas imperfectas, producidas por perturbaciones
orgánicas o funcionales (en este caso, los órganos de la vista) son poco favorables para la motivación, disminuyendo en la persona el deseo de realizar una determinada acción, ya que es muy difícil llevarla a cabo como se debe. Esto, a su vez, aumenta la insuficiencia de la adaptación fisiológica, y así, en otro círculo cerrado, el aburrimiento aumenta también. Este proceso se ve con claridad en los niños que sufren defectos en su visión. Debido a que al hipermétrope le desagrada leer, suele aburrirse en su trabajo, y su aburrimiento hace crecer el mal funcionamiento que le hace ser hipermétrope. De igual manera, el miope se encuentra con muchas dificultades cuando practica un deporte o se encuentra entre personas cuyas caras tan sólo puede ver claramente a escasa distancia; como resultado de esto, se aburre en la vida deportiva y en la social, y el tedio se revierte desfavorablemente sobre su defecto visual. La mejoría de la visión cambia la cualidad de la motivación, reduciendo la actividad del tedio. Esta disminución y mejoría de la motivación se pueden ver en un mejor ajuste fisiológico, que provoca la mejoría de la visión.
También aquí, la moraleja es clara. Evitar, si es posible, aburrirse y aburrir a los demás. Pero si esto es improbable, aprende el "Arte de Ver" para tu provecho personal y enséñalo a tus amigos para que lo utilicen.

Causas del mal funcionamiento visual: Atención mal enfocada
Todas las circunstancias físicas y psicológicas que vimos, y que dan lugar al mal funcionamiento visual, son factores que están, por así decirlo, fuera del proceso de la visión. Veamos ahora una fuente constante de disfunción y que está dentro del acto de ver: La atención es la condición imprescindible de los dos elementos psíquicos en el proceso total de la visión; si no hay atención, no podemos hablar de selección en el campo visual, y tampoco existe percepción de los sensa seleccionados como presencia de objetos reales Comúnmente en otras actividades psicofísicas, hay una manera correcta e incorrecta de dirigir la atención. Si se utiliza la atención correctamente, el funcionamiento visual es correcto; cuando se dirige en una forma errónea, el funcionamiento es alterado y la capacidad para ver disminuye. Se ha escrito mucho con respecto al estudio de la atención, y se llevaron adelante numerosos experimentos con el fin de medir su intensidad, su duración concreta y sus correlaciones corporales. Para nuestro objetivo actual, son pocas las consideraciones generales y los hechos particulares que importan. Por lo tanto, me limitaré sólo a
ellos.

La atención es, esencialmente, un proceso de diferenciación, un acto de separación y aislamiento de una cosa o pensamiento específico del resto del campo sensorial o de las ideas de la mente. En el proceso general de la visión, la atención está vinculada íntimamente con .la selección; efectivamente, es casi idéntica a esa actividad.
Los diferentes tipos y grados de atención pueden ser clasificados, por lo que a la visión respecta,
siguiendo diferentes caminos. La clasificación fundamental es la que divide todos los actos de la atención en las dos clases principales de atención: espontánea y voluntaria.
Tocar la atención espontánea, significa mencionar el tipo que también tienen los animales superiores, es decir, el acto no forzado de conocimiento selectivo que determina por la necesidad biológica de vivir y reproducirse, o por las exigencias de nuestra segunda naturaleza, o sea, de nuestros hábitos y normas establecidas de sentimiento, pensamiento y conducta. Esta atención no requiere ningún esfuerzo cuando se desplaza y es transitorio, y el esfuerzo es muy escaso si se hace más largo. Hasta en los animales es factible prolongar la atención espontánea (el gato que permanece largo tiempo al lado de la cueva de un ratón es un buen ejemplo), La atención voluntaria es, valga la comparación, la variedad .cultivada de la forma espontánea y normal.
Puede observarse únicamente en los seres humanos y en los animales domesticados. Es la atención que se relaciona con actividades que en lo intrínseco son difíciles, o con tareas que debemos realizar, aún cuando no lo queramos de un modo particular. El joven que estudia álgebra presta atención voluntaria, si es que en verdad muestra atención. El mismo joven que se dedica a jugar presta atención espontanea. La atención voluntaria siempre se asocia al esfuerzo, produciendo más o menos rápidamente, fatiga.
Consideremos ahora los correlatos corporales de la atención que afectan a la visión. El primer caso, y el más significativo, es que la, sensación, la selección y la percepción, no pueden presentarse sin algún grado de movimiento corporal.
"Careciendo de bases motores —escribía Ribot, en su estudio clásico de "The Psychology of Attention"— la percepción (y de su escrito se desprende que el autor considera bajo este término la sensación y la selección, así como la percepción) es imposible".
Si el ojo permanece fijo sobre un objeto determinado, sin que éste tenga algún movimiento, la percepción, después de un tiempo, disminuye y desaparece. Si se ubican los extremos de los dedos sobre una mesa sin hacer presión, en poco tiempo se dejará de sentir el contacto. Pero bastará un movimiento de los ojos o de los dedos, aunque sea ligero, para que vuelva a despertar la percepción. Así pues, el conocimiento sólo es posible si se produce cambio. El cambio sólo es posible mediante el movimiento. Sería fácil dedicarle muchas páginas a este hecho, pero a pesar de que los hechos son muy manifiestos y vulgares, la psicología no ha tomado en cuenta el papel desempeñado por los movimientos, y por ello ha olvidado que son la condición primordial del conocimiento y los instrumentos de la ley fundamental del conocimiento, que es: relatividad y cambio. Por esto, concluimos que donde no hay movimiento, no existe percepción.
Hace más de medio siglo, Ribot enunció esta verdad respecto a la unión entre movimiento y percepción. En teoría, nadie niega ahora que Ribot tenia razón, pero sin embargo, los oftalmólogos ortodoxos no han realizado el más mínimo esfuerzo para desentrañar cómo puede aplicarse este principio a la práctica diaria, con la finalidad de mejorar el funcionamiento de la vista. Este trabajo fue emprendido por el Dr. Bates, y en su sistema se señala continuamente lo importante que es el movimiento como una ayuda para la visión.
Mientras tanto, las investigaciones de la psicología experimental han reafirmado la conclusión categórica de Ribot, dando la justificación teórica de muchas de las prácticas y técnicas llevadas a cabo por el doctor Bates y sus continuadores. En el trabajo antes mencionado, el doctor E. J. Barmack dice que: "La atención que se desplaza con libertad, es un importante sostén de la actividad vital. Si la atención se limita a una actividad insuficientemente motivada, la actividad vital decrece". Y que la movilidad es importante lo subraya también el profesor Abraham Wolf en su artículo "Atención" publicado en la Enciclopedia Británica: "La concentración de la atención sobre alguna cosa
o pensamiento, es a veces muy compleja, con muchas partes y aspectos, y nuestra atención pasa permanentemente de una parte a otra, desde atrás hacia adelante. La atención que sólo puede dirigirse a una sola cosa, que no puede desplazarse de una parte a otra, por ejemplo, una pequeña mancha de color, no se puede mantener más de un segundo sin correr el riesgo de caer en trance hipnótico o en algún estado patológico similar". Por lo que toca a la visión, este movimiento permanente de atención de una parte a otra cosa observada, se acompaña generalmente del
movimiento que corresponde al aparato físico de la sensación. La razón es simple: las imágenes más nítidas se recogen en la zona macular del centro de la retina, y en especial en la pequeña fóvea centralis. La mente, al seleccionar cada una de las partes del objeto que ha de ser percibido, ordena los movimientos de los ojos, de tal manera que cada parte del objeto va siendo vista por esa porción de ojo que recoge la imagen más clara (El oído carece de la región correspondiente a la fóvea centralis; y por lo tanto, es imprescindible el desplazamiento de la atención dentro del campo auditivo, y ello no significa un desplazamiento paralelo del órgano corporal. La diferenciación y elección de los sensa auditivos, sólo puede ser hecha por la mente, sin necesidad de los
movimientos correspondientes del aparato sensorial auditivo). Ya mencionamos que para ser apta, la atención debe estar en constante movimiento, y que debido a la presencia de la fóvea centralis, los ojos deben desplazarse continuamente al igual que la atención mental que los dirige. Pero a pesar de que en los individuos normales la atención se asocia siempre con movimientos oculares continuos, se une también con la inhibición de movimientos en otros lugares del cuerpo. Todo movimiento corporal
es acompañado de una sensación más o menos vaga, y si se intenta prestar atención a algún hecho, estas sensaciones trabajan como estímulos perturbadores. Para que no pasen esas distracciones se hace todo lo posible para impedir el movimiento del cuerpo. Si el acto de la atención es acompañando de trabajos manuales o de otras actividades relacionadas con el objeto al que se presta atención, trataremos de eliminar todos y cada uno de los movimientos, excepto aquellos necesarios para la tarea. Si no hay una tarea que realizar, trataremos de inhibir todos nuestros movimientos y mantener nuestro cuerpo en una quietud perfecta. Todos sabemos cómo se comporta el público en un concierto. Durante la ejecución todos permanecen sin moverse, pero cuando termina el último
acorde, el silencio finaliza en el aplauso, o si nos encontramos en el intermedio entre dos movimientos de una sinfonía, en un violento tifón de toses, estornudos y movimientos sin objeto alguno. La intensidad de este comportamiento, es un signo de la fuerza de las inhibiciones impuestas por la atención a la música. Francis Galton contó cuántos movimientos corporales se producían en un público de 50 personas que escuchaban una conferencia bastante pesada. El promedio por minuto de movimientos realizados por cada individuo era de 45. En ocasiones, cuando el conferenciante daba un tono de más color en su oración, ese número bajaba en más de un cincuenta por ciento.

La inhibición de las actividades inconscientes camina a un lado de la de los movimientos conscientes. Los descubrimientos correspondientes a los movimientos respiratorios y latidos cardiacos, fueron resumidos por R Philip en un estudio titulado "The Measurement of Attention", que publicó la Universidad Católica de América. “En la atención visual, la respiración baja grandemente, pero la cantidad de respiraciones, en ocasiones, se hace mayor y otras menor; durante la atención auditiva, el número es siempre menor, pero su efecto sobre la amplitud varía. La limitación de la respiración, muchas veces produce una disminución en la frecuencia de los latidos cardiacos, sobre todo en los primeros momentos de la atención. Esta lentitud es provocada por la inhibición al respirar más que por la influencia directa de la atención".
Movimientos constantes de los ojos e inmovilidad del resto del cuerpo es la regla en lo que toca a la
atención visual. Y mientras se observe esta regla, y no existan enfermedades o problemas psicológicos, el funcionamiento de la visión continuará normal. La anormalidad llega cuando la inhibición del movimiento, que es usual y adecuada en otras partes del cuerpo humano, tiene lugar en los ojos, donde no es recomendable. Impedir el movimiento de los ojos —movimiento del cual somos inconscientes—, es provocado por un ansia desmesurada de ver. En estas ansias por ver inmovilizamos inconscientemente los ojos, así como movilizamos el resto del cuerpo. La consecuencia de esto, es que comenzamos a fijar la mirada en aquella parte del campo visual que queremos percibir, pero la fijación de la mirada va siempre en contra de su propio fin, ya que en lugar de ver más, que una persona que ha paralizado su aparato sensorial (un acto que inmoviliza también la atención que, como vimos, está íntimamente relacionada), hará descender inmediatamente su capacidad de visión, que depende de la constante movilidad de los ojos y de la mente, la cual atiende, selecciona y percibe en eterna relación con los ojos. Por otra parte, el fijar la mirada (ya que representa un esfuerzo para impedir movimientos que son normales y habituales), va de la mano siempre de una excesiva y constante tensión, y ésta, provoca una sensación de
esfuerzo fisiológico. Pero cuando existe una enorme y continua tensión, el funcionamiento correcto es imposible, se reduce la circulación y los tejidos pierden su resistencia y la propia capacidad de restablecimiento. Para triunfar sobre los efectos del mal funcionamiento, el portador de estos malos hábitos, fija la vista cada vez más intensamente y, en consecuencia, ve menos y con mayor esfuerzo, cayendo en una espiral descendente.

Hay un motivo para creer que la atención mal dirigida, que da lugar a la paralización de los ojos y de la mente, es la causa primordial del defectuoso funcionamiento visual. El lector notará, cuando las describa minuciosamente, que muchas de las técnicas propuestas por el doctor Bates y sus continuadores se dirigen especialmente a restablecer la movilidad de los ojos y de la mente, sin la cual, como asegura la psicología experimental, no puede existir sensación ni percepción normales.

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