lunes, 4 de octubre de 2010

CAPÍTULO VI: RELAJACIÓN


En esta segunda sección hablaré con detalle de cierto número de beneficiosas técnicas propuestas por el Dr. A. Bates y otros expertos en el "Arte de Ver". Las instrucciones leídas jamás reemplazarán los consejos personales de un maestro capaz, como tampoco es posible en un pequeño libro explicar con exactitud la importancia que debe darse a determinada técnica en cada caso particular de mal funcionamiento visual. Cada persona tiene sus propios conflictos. Con el conocimiento adecuado, cualquiera puede encontrar la solución de esos conflictos pero, particularmente en los casos difíciles, un maestro apto y con experiencia descubrirá el problema de un modo más directo y será capaz de aplicar sus conocimientos con mucha más eficacia que el enfermo por sí mismo.
No obstante, y a pesar de esto, las instrucciones impresas pueden ser de alguna utilidad, pues el "Arte de Ver" comprende determinado número de técnicas que les sirven a todos, sin importar la naturaleza y graduación del mal funcionamiento. Muchas de esas técnicas son increíblemente simples. En consecuencia, no hay peligro de que sean mal entendidas por quienes siguen las descripciones que hacemos de ellas. Un libro jamás podrá ser tan bueno como un maestro competente, pero de todas formas siempre es mejor que nada.

Relajación pasiva: Palmeado

La relajación, como sabemos, puede ser de dos tipos: pasiva y dinámica. El arte de la visión comprende técnicas para realizar ambas formas; relajación pasiva de los órganos visuales durante el descanso, y dinámica mediante el funcionamiento normal y natural de estos órganos en las etapas de actividad. Por lo que toca a las estructuras de la visión, se puede lograr la relajación pasiva total, pero no es tan beneficioso que un estado mixto en que se mezclan partes de ambos tipos de relajación. Lo primordial de estas técnicas de relajación pasiva, es la que el Dr. Bates llama "palmeado" En esta, los ojos se cierran y se cubren con las palmas de las manos. Para no presionar los glóbulos oculares (que jamás se deben presionar o masajear), la parte inferior de las palmas se ubicará sobre los huesos malares, y los dedos sobre la frente. Así puede impedirse completamente la entrada de luz, aunque los glóbulos oculares no se toquen con las palmas de las manos.
El palmeado puede practicarse mejor si nos sentamos con los codos sobre una mesa o sobre un cojín
grande y duro colocado sobre las rodillas. Cuando los ojos están cerrados y se impide la entrada de luz al interponer las manos, la gente con los órganos de la visión relajados ve el campo de la sensación totalmente negro. No así cuando el funcionamiento visual es normal. En lugar de negrura, estos individuos ven nubes grises que se mueven, franjas de luz, manchas coloreadas o una multiplicidad infinita de combinaciones. Cuando se logra la relajación pasiva de ojos y mente, estas
ilusiones de movimiento, luz y color comienzan a desaparecer y se reemplazan por una negrura semejante.
En su obra "Perfect Sight Without Glasses", el Dr. Bates recomienda que la persona, mientras practica el palmeado, "vislumbre la negrura". El objetivo de esto es llegar, mediante la imaginación, a una real visión del negro. La técnica que define es útil en algunos casos, pero en otros (muy probablemente la mayoría entre los individuos de visión defectuosa), el intento de imaginar el negro a menudo trae esfuerzos conscientes. La técnica así usada va contra su propia finalidad, que es la relajación. En los últimos años de su vida el Dr. Bates, rectificó su procedimiento, y gran parte de sus continuadores siguió su ejemplo. Ahora la persona que cubre sus ojos con las palmas de las
manos ya no debe imaginarse lo negro, sino ocupar la mente en recordar hechos placenteros e incidentes de su vida personal. Después de un tiempo más o menos largo, según la intensidad del esfuerzo realizado, el campo visual aparece uniformemente negro. Así que se logra el mismo efecto que imaginando la negrura, pero sin el riesgo de realizar esfuerzos conscientes o de crear tensiones. Al recordar episodios del pasado, debemos evitar de lo que podríamos llamar "fijación de la mente". Al fijar la mente con excesiva rigidez sobre un solo recuerdo, puede fácilmente producir la inmovilización correspondiente de los ojos. (Ño hay nada extraordinario ni misterioso en esto;
en efecto, dada la estructura unitaria del organismo humano, esto es, cuerpo y mente, este fenómeno es perfectamente entendible.) Para evitar la fijación mental y la de los ojos, se deben recordar, mientras se practica el palmeado, objetos que están en movimiento.
Por ejemplo, podemos recordar nuestra infancia; imaginarnos que estamos paseando, y en el paisaje
recordado ver como las partes constituyentes cambian al movernos. De igual manera, en las escenas evocadas pueden abundar los seres humanos, animales, etc.; el viento mueve las hojas de los árboles y lleva las nubes a través del cielo. En este mundo de fantasía, donde nada está quieto ni es rígido, no hay peligro de inmovilizar los ojos internos fijando la mirada; y cuando los ojos internos se mueven sin parar, los ojos externos tendrán similar libertad. Utilizando la memoria y la imaginación en esta forma es posible combinar, en el acto del palmeado, las características benéficas de la relajación pasiva y de la dinámica: reposo y funcionamiento natural.
Creo que ésta es una de las razones fundamentales por lo que el palmeado es para los órganos de la vista más efectivo que cualquier forma de relajación totalmente pasiva. Al inhibirse completamente la actividad,de la memoria y la imaginación, la relajación pasiva total se obtendrá con cierta práctica, hasta el punto en que los párpados y el globo ocular mismo pierden .su tono. Un estado así se encuentra tan lejano al normal de los ojos, que su logro no ayuda en nada a mejorar la atención. En cambio el palmeado, mantiene la actividad respecto a la capacidad mental de la atención y de la percepción, al tiempo que descansa los ojos.

Hay otros motivos para la eficacia del palmeado que son de índole físico. Se siente un gran alivio por la exclusión pasajera de la luz, así como de tranquilidad por el calor de las manos. Por otro lado todas las partes del cuerpo tienen su potencial particular, y es posible que, poniendo las manos sobre los ojos, se influya de algún modo sobre el estado eléctrico de los órganos cansados; algo que fortifique los tejidos e indirectamente tranquilice la mente.
De cualquier forma, los resultados del palmeado son notables. La fatiga se elimina rápidamente, y cuando se descubren los ojos la visión mejora, al menos por cierto tiempo. Cuando se realiza un esfuerzo y la visión es defectuosa, no hay nada tan eficaz como el palmeado. Los que han conocido sus beneficios practican esta operación a intervalos regulares. Otros prefieren aprovechar las
oportunidades que se les ofrece cada día, o cuando su cansancio vuelve necesario producir un alivio. Aún en quien lleva la vida más activa existen periodos de reposo que, utilizados con habilidad, pueden relajar los ojos y la mente, mejorando así la visión y facilitando el trabajo posterior. En todos los casos, es importante recordar que es preferible prevenir que curar, y que, dedicando sólo algunos minutos a la relajación, podemos ahorrarnos largos períodos de fatiga y de menor eficiencia visual. Empleando las palabras del señor EM. Alexander, todos queremos obtener los beneficios sin fijarnos en los medios para obtenerlos. Sin embargo, basta meditar un momento para darse cuenta de que la naturaleza de los instrumentos empleados, determinará siempre la naturaleza del fin logrado. Con los ojos y la mente que los gobierna, los medios que conllevan esfuerzo constante, reducen la visión y hacen declinar el estado físico general, provocando además fatiga mental. Si nos damos algunos descansos de adecuada relajación, mejoraremos los medios para el logro del fin propuesto, alcanzando fácilmente nuestro objetivo que es primero que nada, ver bien, y después, cumplir satisfactoriamente las tareas para las que una buena visión es necesaria. "Buscar en primer término el reino de Dios y sus virtudes, y el resto llegará por sí solo". Estas palabras muestran una verdad tan profunda a nivel de las habilidades psicofísicas, como en los planos de espiritualidad, -ética
y política. Practicando una función visual relajada del tipo que la naturaleza nos entrega, el resto se nos dará en la forma de una mejor visión y de una mayor capacidad para el trabajo. Si, por el contrario, insistimos en nuestro deseo de alcanzar ese fin ansiosamente sin reparar en los medios empleados, proponiéndonos una visión más correcta (mediante recursos mecánicos para disimular los síntomas) y una mejor eficacia (mediante un esfuerzo sin descanso), terminaremos por ver cada vez peor y por realizar peor nuestro trabajo. Cuando las circunstancias hagan difícil practicar el palmeado, se puede obtener cierto grado de relajación con el palmeado mental, es decir, cerrando los ojos, e imaginando que están cubiertos por las manos, recordando algún hecho o episodio agradable, según mencionamos. Esta operación irá acompañada de un abandono consciente de los ojos y de vagos pensamientos que se relacionen con los tejidos forzados y fatigados. El palmeado mental no
es tan beneficioso como el mental y físico, pero es un buen recurso en caso necesario.

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